Detrás de esos ojos lúbricos
están los caballos que piafan
en los muros de la blasfemia,
las míticas horas que reflejan
al animal quejumbroso.
Conozco esos fantasmas
de pupilas clausuradas
y de aleros tristes.
conozco el filo del abismo,
haciendo agujeros
en la obscuridad.
Conozco la estridencia del silencio
rompiendo los barrotes de las noches
los baldíos abandonados
de la esperanza
y los andamios de un cielo
derrumbado por el olvido.
Conozco la espera.
y la rabia,
la impotencia,
el soliloquio amargo
de mis espejos.
y todas las alegrías tristes
de mis deseos...
Detrás de esos ojos lúbricos
conozco el herrumbre
y las gélidas cenizas del alma
ahondándose en la más profunda
desolación.
Conozco la sangre que corre
hacia las frías y anegadas horas
los tambores y escorpiones de la noche
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